MITOS Y REALIDADES SOBRE LA HEROÍNA

Mito: La heroína, si se fuma, se puede controlar.

Realidad: La heroína, de cualquier manera que se consuma, produce una fuerte tolerancia y dependencia, por lo que el consumidor aumenta rápidamente la dosis. Frecuentemente se pasa a la vía inyectada para poder obtener efectos más intensos con la misma cantidad.

Mito: Si la heroína no está adulterada no es peligrosa.

Realidad: Aunque los adulterantes de la heroína provocan importantes problemas de salud, la heroína en sí misma conlleva importantes riesgos que varían dependiendo de la forma de consumo.

Mito: Es muy difícil contagiarse del VIH-SIDA.

Realidad: Un consumidor de heroína que sea portador del VIH, si comparte jeringuilla o mantienes relaciones sexuales sin protección, aunque sea una sola vez, puede contagiar a otro el VIH.

Mito: Todos los consumidores de heroína son unos delincuentes.

Realidad: Si bien es cierto que muchos adictos a la heroína han podido cometer delitos (sobre todo contra la propiedad) para costear su hábito, no todos lo hacen. En la actualidad, la mayoría de los consumidores de heroína que no pueden o no quieren abandonar su consumo, se encuentran en tratamiento de mantenimiento con metadona. Este fármaco evita el síndrome de abstinencia y estabiliza los receptores opiáceos del paciente.

Mito: Dejar la heroína es prácticamente imposible.

Realidad: Los actuales tratamientos para la adicción a la heroína son efectivos. Hoy en día existe una amplia variedad de tratamientos que ayudan al heroinómano a abandonar el consumo.

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